La ensaladilla con mayonesa es un plato que despierta recuerdos. Tiene ese poder especial de transportarte a una comida de verano, una terraza al sol o una mesa familiar repleta de risas. Aunque parezca simple, lograr una ensaladilla perfecta tiene su arte.
Todo empieza por la patata: debe estar cocida pero firme, sin llegar a deshacerse. Después vienen los complementos, que varían según gustos y tradiciones: zanahoria, guisantes, atún, huevo duro, pimiento rojo… Y por supuesto, la mayonesa. Aquí no hay atajos: una buena mayonesa es clave. Debe ser cremosa, suave y no muy ácida.
La magia está en el equilibrio. La ensaladilla con mayonesa no debe ser ni muy líquida ni muy seca. Y tampoco es un puré: los ingredientes tienen que notarse. Es ese punto medio el que marca la diferencia.
En bares y restaurantes, muchas veces es el primer plato que prueba el cliente. ¿La clave para que repita? Una ensaladilla bien hecha, con cariño y sabor casero. Porque si algo tiene este plato, es que cuando está bien hecho… siempre se acaba.